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miércoles, 7 de octubre de 2009

Otra vez la mula al trigo

Bases militares Norteamericanas en Colombia


Desde las páginas de Diario21 hemos abordado la problemática de América Latina relativa a la intromisión de Norteamérica en las políticas de Estado en la Región.
Utilizando como disparador el control de la afluencia de droga en Estados Unidos en los años setenta y ochenta del siglo pasado comenzó una avanzada sobre Bolivia que generó no pocos problemas, y nos obligó a salir al cruce de las manifestaciones a favor de controlar la producción de hojas de coca en la región de El Chaparé en el noroeste del País mediterráneo Sudamericano.



Por entonces se mezclaban los intereses manifestados, con la búsqueda de recursos para financiar a los contras hondureños como punta de lanza contra las fuerzas revolucionarias Sandinistas que comandaba Daniel Ortega, que confluyeron en la Revolución Nicaragüense.
El Congreso Norteamericana negaba al propio presidente Reagan los fondos para respaldar el accionar de los contrainsurgentes y entonces se utilizó un artilugio de triangulación de una supuesta venta de armas a Irak, cuando en realidad el dinero se destinaba a los contras.
La gran mentira quedó al descubierto y el escándalo se convirtió en una cuestión que tomó estado publico y dejó muy mal parado al gobierno del mediocre actor de Hollyood que convirtió la administración del gobierno Norteamericano en una película sobre la guerra de las galaxias.
Sin embargo la afluencia de dinero a los contras no se detuvo y en ese proceso de las finanzas mágicas se encontraba un militar cuya misión e historia personal dio en el país del norte material para un guión cinematográfico que lo mostraba en un alto valor patriótico en la defensa del “Sueño Americano”.
Olivert North fue descubierto por dos científicos Norteamericanos regenteando “cocinas” en Bolivia, y no precisamente en restaurantes, ya que así son llamados los laboratorios que procesan las hojas de coca para la producción de cocaína.
Estos científicos norteamericanos fueron asesinados en Bolivia pero no antes del envío de fotografías que plasmaban su descubrimiento, a la prensa en su propio país.
Fue a partir de éste escándalo sin precedentes que se detuvo hasta el presente la intromisión armada en América Latina, por lo menos abiertamente, ya que sabemos que Norteamérica tiene muchas agencias involucradas como la CIA o la DEA para “... llevar la libertad a otros países”.
Nunca habían logrado totalmente el respaldo de algún estado latinoamericano, las formas circunstanciales de sus incursiones armadas siempre fueron repudiadas, luego se produjo el respaldo a las dictaduras militares que dieron origen a las dictaduras más terribles y sangrientas de Centro y Sudamérica, como la de “Tacho” Somosa en Nicaragua, Noriega en Panamá, hoy devenido en enemigo de E.E.U.U. y lo ocurrido en El Salvador que culminó con la muerte del prelado Salvadoreño Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, hoy llamado San Romero de América.
Luego de esa etapa nefasta de militarismo el poder político y económico nos incorporó a un proceso de Democracias cautivas en lo económico y tecnológico cuyo más relevante mecanismo de poder y control fue el FMI.
Todos mecanismos o políticas surgidas desde la Alianza para el progreso de los años sesenta, sin embargo esa etapa también fue superada y los países Latinoamericanos lucharon con denuedo y pagaron un alto precio, por sobrevivir y forjarse una identidad, que en cierta medida a deteriorado nuestras economías.
Claro está que todo no es culpa de Estados Unidos ya que como decía el político Chaqueño Luis León: “... La culpa no sólo la tienen, los gringos que nos compran, sino los criollos que nos venden ...”
Hoy Colombia, La Colombia de Alvaro Uribe traiciona este pacto tácito de los gobiernos de la región, traiciona al propio pueblo colombiano e intenta ofrecer a Estados Unidos instalar bases militares en el Continente.
Esta determinación es rechazada por la opinión pública mundial y en particular los Latinoamericanos quienes luego de la década de los ochenta comenzaron a trabajar sobre la revalorización de la propia identidad de sus pueblos instaurando sistemas políticos democráticos que lentamente, con graves falencias, errores u omisiones trabajan para lograr una convivencia armónica en el continente y un mercado que los una y permita trabajar en conjunto con objetivos y principios comunes.
Estados Unidos no ha logrado vencer al narcotráfico en su territorio, es el mayor consumidor de drogas duras del mundo y un fuerte mecanismo económico para Colombia que tiene a la producción cocalera en su PBI.
Esta actitud de Alvaro Uribe no es extemporánea ni tampoco solapada es un largo proceso de armamentismo que el gobierno intenta asumir en contra de países que están defendiendo su identidad y su razón de existir en contra del poder hegemónico de Estados Unidos y su aliado en la Región.
La presencia de Húgo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, están creando en el país del norte una enorme desconfianza sobre el futuro de Latinoamérica, a quién mira escapársele de las manos, a sus intereses de control de lo que consideran el patio trasero.
El silencio y una cierta complacencia o ambivalencia con Norteamérica de ciertos países de la región como Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Perú, convierten a quienes se animan a decir lo que piensan o, a simpatizar con quienes lo hacen, en enemigos del poder en la región.
Sin embargo tal como ya lo aseguran los medios independientes de Colombia y otros países, observadores de la realidad Latinoamericana, esta jugada no es otra cosa que la apertura de un mercado beligerante.
Mercado donde las empresas belicistas de los Estados unidos puedan continuar su carrera armamentista, como siempre lo han hechos con otros frentes a los que han alimentado y luego atacado abiertamente.
Los Intereses Norteamericanos pasan por aspectos poco relacionados con la Libertad o el humanitarismo, el petróleo, la producción armamentista y las políticas tendientes a crear estos estados conflictivos para apoyar aquellas política adecuadas al pensamiento gestado en la Casa Blanca, se ponen en marcha con estas intromisiones que ya conocemos.
Norteamérica esta acostumbrada a ser la incubadora de monstruos que luego se convierten en sus enemigos, Bin Ladem, Saddam Husein, la permanente intromisión en Medio Oriente.
Ese principio de policía del mundo que los llevó a declarar la existencia de armas de Destrucción Masiva que nunca aparecieron y que luego reconocieron no existía, sirvió para perpetrar la flagrante “Invasión” a Irak y la casi total destrucción de una ciudad como Bagdad y reliquias del arte que el mundo atesoraba por milenios, que aún hoy se encuentran “desaparecidas”.
Los latinoamericanos, decimos basta a estas intromisiones, porque aún cuando tengamos diferencias entre nosotros, somos parte de una región que se debe a sí misma y a sus riquezas naturales y al principio fundamental de identidad indígena que no han podido doblegar los invasores foráneos.
Al margen de nuestra mezcla de sangre en nuestras nacionalidades, ya que esta tierra abrió sus brazos y su corazón a “... todos los hombres de buena voluntad...” ya seamos colombianos, peruanos, uruguayos o argentinos, somos latinoamericanos y nuestra sangre se nutrió de nuestra raíz indiana que no claudicó aún en las peores y más míseras condiciones de vida que les impusieron, lucharon y sobrevivieron y hoy nos miran para ver si somos merecedores de ese legado ancestral.

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