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lunes, 30 de marzo de 2020

RECONVERSIÖN


Los días después, (La normalidad, no volverá a ser igual, por mucho tiempo.)

RECONVERSIÖN

Palabra que significa cambio, proceso de volver a convertir o transformar una cosa, acción o circunstancia.
En estos momentos no es una palabra más, tomada al azar de nuestro vocabulario; hoy estas circunstancias que nos toca vivir, en la que el ser humano afronta la dicotomía de vivir o morir, se le presenta el enorme desafío de sobrevivir y reinventarse socialmente.


Quizás, somos nosotros, los Argentinos, uno de los grupos que más hemos debido ceder en aras salvaguardarnos como sociedad.
Por supuesto que esta es una observación e interpretación simplista sólo aplicada entre nosotros.
La circunstancia social de quedarnos en casa para reducir la posibilidad de que el virus se desplace, una medida por demás efectiva, que hemos acatado solidariamente el 90% de nuestros compatriotas y que ha demostrado su eficacia en aquellos que supieron tomar decisiones a tiempo.
Esta circunstancia, reitero, nos enseña que para que cumpla su objetivo, debemos abstenernos de la efusividad que nos caracteriza y mantenernos a un metro de distancia, mínima, en aquellos momentos que nos vemos obligados a interactuar con otras personas.
Esta acción en nosotros, los Argentinos, creadores del “Abrazo que se baila” nuestra danza nacional, sujetos que, más allá del tango, somos reconocidos en todo el mundo por  nuestra efusividad, esa costumbre de acercarnos al otro, tocarlo, abrazarlo; actitudes que algunos grupos humanos tergiversan.
Sí, somos efusivos, besuqueros, agarreros y el coronavirus ha venido a hacernos un llamado de atención, ponernos un límite, que no podemos desoír ya que es altamente contagioso.
Los números, a los que soy poco afecto, nos hablan de una cepa poco mortal pero altamente contagioso y nos cuentan que otras pandemias que nos precedieron, y otras enfermedades, virulentas que conviven con la humanidad,   matan más personas que este virus; no obstante sabemos que los números no reflejan la tragedia humanitaria en la que estamos inmersos.
La realidad es que aquellos que tenían su actividad cotidiana, su trabajo, ligado a una actividad grupal o social han visto, de la noche a la mañana, y esto no es un cliché, suspendida toda actividad, y en muchos casos su sustento nuclear.
Si en esa fuente nuclear de ingresos, son aportados por ambos integrantes de la célula familiar, desde distintas actividades productivas, quizás el proceso de adaptación al nuevo panorama, podría ser menos doloroso.
En esta etapa de la Pandemia, toda actividad social, tanto laboral como recreativa se verá afectada.
A medida que se superen las cuarentenas impuestas en cada actividad o grupo social, la marcha hacia la normalidad comenzara, muy lentamente, hacia su ritmo habitual; que nunca volverá a ser el mismo.
Repito, nuestra vida no volverá a ser la misma; el temor subyacente seguirá presente en el inconsciente de la sociedad ralentizando  ese proceso.
Así en este contexto, algunas actividades podrán beneficiarse con las nuevas herramientas brindadas por la ciencia y la tecnología y podrán aportar servicios virtuales, iguales o similares que en forma presencial, como en muchos casos ya se hace, otras actividades en cambio, no podrá servirse de ellas; deberán reconvertirse, transformarse.
Quizás, el tiempo deje una tenue memoria de lo sucedido, durante este periodo de nuestra historia como especie; en cambio las secuelas dejadas sobre los supervivientes debido a los cambios sociales que han debido afrontar, en especial en lo profesional-laboral, causando un deterioro económico, afectarán a aquellos que deberán enfrentar el desafío de haber sobrevivido y continuar.
“En la naturaleza, nada se crea, nada se pierde, todo se transforma.” (Principio de conservación de la masa.) Antoine-Laurent    Lavoisier    ( 1743-1794)