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miércoles, 7 de octubre de 2009

El “Disparador” dio en el blanco

Bestias y Bestiarios

Marcelo A Moreno redactó su columna “Disparador” del miércoles 20 en Clarín enfocando su mirada sobre el arte de hacerse el distraído ante hechos que no podrían haber pasado desapercibidos por el conjunto de personas relacionadas con el suceso en cuestión, la aberrante situación desatada por el ahora llamado, Monstruo de Mendoza.
Esta excelente visión a las que nos tiene acostumbrados éste periodista de Clarín, comienza con una rápida introducción sobre las actitudes hipócritas de ciertos agentes de la administración, legisladores y agencias del gobierno norteamericano, ante las torturas y como para ocultarlas estos habrían mentido en sus informes al congreso de los Estados Unidos.


Por Ruben A. Spaggiari para fps/D21 y Voces/web

Esta nota de Moreno generó en mi una serie de reflexiones que espero poder desarrollar en forma legible. Después de 1980 los argentinos comenzamos a darnos cuenta que si mirábamos hacia nuestras espaldas veíamos una gran cantidad de compatriotas que vivían todavía en la consigna del “No te metas” y en alguna conversación podía escucharse solapadamente aquella muletilla muy significativa que trataba de justificar lo injustificable, “Y... algo habrán hecho...”
Nos “asombrábamos” ante la ignorancia de lo sucedido a nuestro alrededor, algunas hasta dejaban cierto rictus de sorna en algunos pensadores del oportunismo vernáculo.
Nuestra sociedad había sufrido desde los años treinta una seguidilla de afrentas, desengaños y reveces tan fraudulentos que ni siquiera las corrientes obreras de Cipriano Reyes para con Perón lograron disipar, por el contrario éstas sobrepasaron a Perón, pero cuando el viejo líder en el 73 se dio cuenta ya estaba viejo y cansado, los gordos ya habían armados sus estructuras durante su exilio.
Todos los argentinos vimos azorados como se debilitaba el entretejido social de la nación y sólo los chicos idealistas, sin experiencia, y sin miedo, se animaron a decir basta, hipócritamente en un silencio cómplice fueron asesinados.
Hacia 1982 hicimos lo mismo, con nuestros hijos en Malvinas, incluso a sus asesinos les dimos joyas y dinero, para que luego nos los devolvieran en bolsas de plástico, o simplemente pudiéramos arrojar flores al mar.
Es que alguien puede pensar que la sociedad Argentina le creía a Leopoldo Fortunato Galtieri, o se dejaron engañar por la propaganda triunfalista, no claro que no.
Nuestra sociedad es el fiel reflejo de una malformación congénita que tiene profundas raíces en nuestro pasado, ese pasado, negro y sangriento, siempre ocultado y escamoteado al ojo público.
Nuestra sociedad pancista se acostumbró a no ver.
Sigue pensando que Julio Argentino Roca fue el malo de la película, mientras merced a sus seguidores y adherentes ideológicos instalan en un pedestal a Rosas.
Nuestra sociedad mantiene al “ilustre sanjuanino” como un encumbrado Argentino, el ilustre maestro, que en sus exilios denostó a nuestro país y enlodó a nuestra nación siendo el ideólogo de un baño de sangre entre hermanos.
Somos el legado de una Argentina mentirosa que se nutrió de engaños, muertes y asesinatos desde nuestros orígenes, mediante el brazo armado de los Cuitiño, Lugones, Echecolas, Ramón Camps y Pati que supimos conseguir.
Siempre miramos hacia otro lado, entonces a Europa, donde los que manejaban el país enviaban a sus hijos a estudiar y ellos viajaban para relacionarse, hacer negocios, y vivir. Mientras el grueso de la sociedad seguía en la vorágine de vivir.
Venimos de ese país que desde siempre se vende, por izquierda o por derecha al mejor postor, si los sabrán nuestros congresistas y gobernantes, desde Rosas en adelante, siempre que éste a quién le vendamos, deje algo en casa, en nuestra casa, no en el país.
Pero compatriotas podemos dormir tranquilos, esa actitud hipócrita no es patrimonio nuestro.
El Estado de Israel, creado en 1948, cuya formación como tal surge de un desatino inconfesable, forjándolo aún a sabiendas del sufrimiento de otro pueblo en pleno siglo XX y XXI; Su parlamento dio vía libre a la tortura de sus prisioneros, al igual que hoy lo hace Estados Unidos, para combatir el terrorismo que, con su despótico, prepotente y desmedido accionar, ellos mismos han desatado.
Cuando festejaron sus cincuenta años de existencia en 1998 yo les preguntaba en una nota, que entonces me pareció demasiado soez, desde las páginas de Diario21 ¿Qué carajo festejan?
No podía entender como un pueblo que había sufrido el holocausto con sus campos de concentración y sus cámaras de gas, podía autorizar la tortura.
Ahora viendo como actúan las Administraciones en Estados Unidos, vendiéndole al mundo el “Sueño Americano” de libertad uno, si no es un despistado puede darse cuenta hacia donde corre el viento.
Que la CIA le mienta al Congreso no es una novedad.
El Congreso de Los Estados Unidos, como todo Congreso de las Democracias del mundo, es una simple caja de resonancia donde suenan las más dispares cantos de sirenas, encerrados en sus opulencias y cubículos de poder se aíslan del mundo y escuchan sólo aquello que quieren hacerles escuchar.
Somos tan olvidadizos en esta región que hemos dejado de lado lo ocurrido con el famoso caso IRAN-Contras, donde la mano ejecutora del coronel Oliver North, manejando cocinas en Bolivia y envenenado con cocaína a los norteamericanos, financiaba la lucha contra la guerrilla Nicaragüense.
Los titulares de los diarios de esos días dieron cuenta de los esfuerzos que hacía Ronald Reagan para conseguir más dinero que el congreso no quería otorgarle.
Por supuesto debían hallar una solución y la hallaron pero no les salió del todo bien. El mundo se enteró, también pronto se olvidó.
Sin embargo, según expresa Moreno en la nota de referencia afirma que, ante declaraciones de la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, el Republicano John Boehner afirmó que “Mentir al Congreso es un delito” y el recientemente nombrado jefe de la CIA León Panetta, expresó a sus subordinados: “...Permítaseme ser claro. No es nuestra política o nuestra práctica engañar al Congreso. Eso es contrario a nuestras leyes y nuestros valores. (?)
Los latinoamericanos somos estúpidos, tenemos frágil memoria y somos hipócritas a conciencia, pero no podemos decir que somos olvidadizos, nos olvidamos aquello que queremos olvidar o simplemente no queremos ver, justamente para practicar el simple ejercicio de la hipocresía.
Regresando a la reflexión de Moreno sobre el aberrante hecho de Mendoza, yo diría que es en versión vernácula, una acabada muestra de lo que podemos ser, en el libre ejercicio de nuestra hipocresía.
La gran cantidad de años transcurridos, y todos aquellos factores concomitantes, que el periodista señalara en la nota, no puede haber pasado desapercibidos por la comunidad inmediata.
La única respuesta razonable para un comportamiento colectivo semejante es que a nadie le importó lo que sucedía puertas adentro.
Ya que, como bien expresa Moreno esos hijos fueron a la escuela, se enfermaron, fueron atendidos por facultativos, quizás de obras sociales que siguen determinadas normativas, ¿nadie se dio cuenta de nada, cómo es posible?
Para terminar sólo puedo decir que vivimos en una sociedad enferma, que duda cabe de ello si desde la prisión Pati es candidato para las próximas elecciones y de ser autorizado es probable que logre una banca en el congreso.
Lamento decir esto pero dado como están las cosas en mi país quizás si Pati logra ser electo simplemente se instalará en el único lugar donde lo harán sentir a gusto ya que es donde más se practica la hipocresía.

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