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viernes, 6 de noviembre de 2009

Lo Bueno, Lo malo lo Feo

Elegir la docencia como camino de vida es ya un “Sacerdocio” que nosotros no vemos así porque estamos obnubilados por nuestra propia estupidez, somos tan obtusos que no nos damos cuenta que quién elige esta profesión a sabiendas de todos los problemas, que estar dentro de ese mercado laboral, le acarreará. Y aún así decide ser docente, debe tener una chaveta floja o profunda vocación.

Ruben A. Spaggiari

No hay nada oculto en la práctica docente, los padres suponemos saber todo sobre ellos y la triste realidad es que no sabemos nada, e intentamos, la mayoría de las veces, hacerlos culpables de los errores propios, los nuestros, y ajenos, de aquellos que deberían velar por la educación de nuestros hijos, el Estado.
Todo padre quiere lo mejor para sus hijos, esto es innegable, es parte de la condición animal que nos asiste dentro de la especie, y el ser menos animal y más humano es parte de nuestra formación individual y social.
Lo bueno es que contamos con docentes, muy buenos, que siempre están allí para intentar contener a nuestros hijos, corregir en lo posible nuestros errores e intentar incorporar los patrones educativos que establece el programa de turno.
Cada quién que asume el cargo en algún ministerio con veleidades de educador modifica el sistema y los programas y el docente calladamente debe acomodarse a él.
Cuando el Estado debe arreglar la caja recorta generalmente en cultura y educación y paraliza obras de infraestructura que luego obligan a los docentes a reclamar por la vía de la protesta antes del inicio de clases.
Escuelas sin calefacción en invierno o una adecuada ventilación en verano, instalaciones deficitarias, la existencia de escuelas rancho, maestros y alumnos que asisten a clases por la gran voluntad y vocación, después de caminar varios kilómetros y vivir en condiciones en las que ninguno de los funcionarios viviría.
Escuelas que no tienen electricidad pero reciben computadoras, mientras la maestra o el maestro vive precariamente con un sueldo de miseria.
Lo malo es que en las grandes ciudades como Buenos Aires, o distritos escolares grandes, hay maestros que utilizan ciertos artilugios como la carpeta médica o las licencias para cobrarse ese rencor contra el sistema que los obliga a ser parias en un país que fue modelo en el Continente.
Por esos maestros, que equivocaron el camino de sus reivindicaciones pagarán, ante nuestros estúpidos ojos, todos los demás.
En toda estructura social y en todo existe el dualismo y conviven, como en la vida misma. Lo bueno y lo malo, esto no significa generalizar y creer que el docente es el culpable de todo, eso es lo que los manejos políticos nos hacen creer.
Tampoco es cierto que el docente tenga las vacaciones más largas de cualquier grupo laboral, ya que sus obligaciones los llevan a participar de actividades que requieren su presencia en los establecimientos aún fuera del período lectivo, recuperatorios, exámenes etc.
Pero si aún esto fuera cierto ¿Porqué nos quejamos?
Simplemente porque nos hacen creer que ganan muy bien, y no deberían tener tantas vacaciones, que hacen huelgas innecesarias con reclamos que no son reales.
Nosotros, que no creemos todo lo que nos venden, instalamos en el gobierno todo tipo de individuos que nos mienten y roban descaradamente, suponemos maliciosamente que lo que nos dicen de los maestros es verdad.
¿Porqué? Por el simple principio de ser los educadores de nuestros hijos y deben dedicarse a ellos.
Nuestro deber, si pretendemos que este principio se cumpla, debería ser defender el rol de quienes están a cargo de formar a nuestros hijos y no criticarlos, como suele observarse ante cada reclamo o huelga.
Acciones que son obligadas por el accionar, inacción o inoperancia del Estado.
Lo feo de todo esto es que el empleador, el Estado Nacional a logrado instalar en el ideario colectivo que el docente, contando con que tiene de rehén a los chicos sale antes de cada inicio de clases a reclamar cosas inexistentes, pedir aumentos de sueldos cuando ganan fortunas y reniegan de practicar la docencia en las inmejorables instalaciones que el estado les ha construido con el aporte de todos.
Los padres argentinos preocupados por la educación de nuestros hijos debemos presionar ante las autoridades para que se cumplan las promesas a los docentes, para que sus genuinos reclamos sean escuchados y canalizados dentro del plazo del año lectivo, para no tener que volver a reclamar, tal como se hace cada año.

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