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miércoles, 22 de noviembre de 2017

Dudas razonables

¿Qué paso con el A.R.A. San Juan?


Dudas razonables

  

Sabiendo lo sensible de la cuestión Malvinas para nuestras sociedades, (Argentinae Inglesesa) lo dificultoso de las relaciones bilaterales después del conflicto de Malvinas; operaciones silenciosas, un submarino que violara la zona de exclusión, establecida por Reino Unido, para las islas.

De esta duda, se desprende que nuestra fuerza submarina estaba operando, en modo silencioso,(Sin información para nuestra sociedad) en un operativo conjunto que involucraba a EEUU y por añadidura a Inglaterra, por lo tanto la zona de exclusión habría sido levantada y no se hubiera requerido “Silencio de Radio”.
El callado y silenciado operativo conjunto “Cormorán”, que nuestra armada realizaría con el país norte, es una de las tantas tareas conjuntas que Norteamérica realiza todos los años, o cuando le interesa, con los países sudamericanos.
Ejercicios de los que se sirven, ambas partes, para monitorear sus fuerzas, en especial Norteamérica, así espiarse mutuamente, sin que existan rispideces, desplegando, según los resultados las estrategias para la región.
Esta situación responde al interrogante por la presencia y “Desinteresada ayuda” que en forma tan perentoria recibimos de Norteamérica con el mini submarino; existen muchas cosas que explicar.
No recuerdo si fue el San Juan o su gemelo el Santa Fe, al que fui destinado en la dárcena de la Base Naval Puerto Belgrano al llegar de Alemania, (Por los primeros años de los sesenta, me retiré en el 65, ) del apostadero naval, donde se hallaban radiado (Almacenado) al vacío,  después de la IIª Guerra.
Apenas llegado me destinaron a él para quitarle la cobertura protectora de plástico inyectable que lo cubría todo, para preservarlos de su deterioro; de esta manera liberar los equipos e instrumentos para su puesta en servicio.
No tuve oportunidad de realizar ninguna inmersión pero si llegué a experimentar la sensación claustrofóbica que producen sus exiguos espacios, pasajes, corredores y compartimentos, a los que uno suele acostumbrarse al cabo de unos días.
Pasé varios de ellos desde horas tempranas,  incluyendo dormí a bordo en un lugar acomodado próximo a la radio, llegué a almorzar y cenar en la cocina-comedor ya que el lugar donde come, por turnos, la tripulación y fuera de los horarios de almuerzo y cena, se destina a salón de recreación social.
Lo mismo que cuando uno debe viajar en avión, todo es cuestión de mentalidad, los hombres que eligieron esta profesión difícil, no piensan en circunstancias adversas, en esta profesión ellos intentan eliminar en lo posible las contingencias, haciendo su trabajo, cuidándose unos a otros.
El grave problema de experiencias al límite como la del submarinista es que uno, aún haciendo bien aquello que es su obligación, jamás estará seguro sobre la obligación de los otros, tanto de los embarcados, como aquellos que planifican y desarrollan la logística de la nave; cumplir acabadamente esas obligaciones hace que esa cuota de incertidumbre, esa espina molesta, de esta disciplina extrema, se minimice hasta desaparecer..
Esta es la razón que hace de ésta experiencia colectiva, una hermandad monolítica; esa confianza, esa característica fue violada por uno de los eslabones de esa cadena; la Armada deberá dar las explicaciones del caso a los familiares a la sociedad de lo ocurrido. 

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