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viernes, 8 de junio de 2012

Sectas y algo más

La vigencia de las sectas


Con el escándalo desatado por la emblemática figura mediática del “Niño” prodigio. Aquel famoso de un programa de preguntas y respuestas, Claudio María Domínguez, hoy devenido en guía espiritual. Quién incurrió en el error de creerse aquello que se inventó para él. Esta situación mediática abrió, la siempre presente, polémica por la existencia de las Sectas.

En la sociedad moderna es más fácil definir a una secta y las consecuencias nefastas que produce en sus adeptos cuando su razón de existir, orientación, filosofía, atentan contra el individuo mismo y sus libertades individuales, muchas de las cuales se encuentran arraigadas en el ser humano como un principio fundamental del existir.
Generalmente una “Secta” es una separación, una ruptura con el tronco común ideológico en el cual nació.
De echo la secta no se cataloga por el número de adeptos sino por la orientación que brinda en sus enseñanzas que, generalmente son una oposición u una adaptación de las normas, comúnmente aceptadas que le dieran origen.
Por este principio la Iglesia Católica Apostólica Romana fue, y aún lo es en ciertos círculos, considerada una secta, ya que se apartó del tronco común en el cual nació que fue Cristianismo Primitivo.
Las sectas no son malas sino por el accionar y conducta de sus miembros y dirigentes que utilizan esta estructura para justificar y enmascarar el accionar reñido con la ética, la moral, las buenas normas de conducta aceptadas por la sociedad, que es en definitiva quien las juzga y proscribe de su seno.
Fue el accionar de ciertas sectas o grupos sectarios, en particular en los Estados Unidos en la década de los setenta y ochenta del siglo XX que se popularizó el vocablo adquiriendo una connotación peyorativa ya que definía a la secta como un pequeño grupo de seguidores de un “Profeta”, “Guía espiritual, político o religioso” quien con cuya prédica impulsaba a sus adeptos a realizar actos aberrantes, asesinatos, suicidios masivos, violación de las leyes y normas de convivencia. (Recordemos “Los niños de Dios” el “Clan Manson” el Pastor James Warren Jones, “Jim Jones” y el suicidio masivo de Guyana) Grupos y sucesos que conmocionaron al mundo.
Con el advenimiento de un movimiento conocido como Nueva Era (denominación inglesa New Age) hacia la segunda mitad del siglo XX movimiento polifacético y sin ninguna institucionalidad que se dispersó por el mundo para difundir la “nueva era de acuario” con su propio “Evangelio Acuario de Jesús el cristo”.
De este accionar reñido con la ética y la moral social es que se habla de “lavado de Cerebro” como si esto fuera tan sencillo de realizar por cualquier individuo.
Aquí estamos ante el prolijo adoctrinamiento de mentes crédulas, propensas a brindarse a individuos carismáticos, individuos que explotan las necesidades afectivas de las personas para alimentar su narcisismo, o sus arcas.
La historia está plagada de individuos con estas características, hablo de la gran historia y de la pequeña, aquella que con grandes diferencias, llenan las horas de nuestra vida.
La diferencia sustancial radica en el “poder” que dicho individuo ejerce sobre la sociedad que lo incorpora a su seno, concediéndole dicho poder al seguir sus propuestas sin medir acabadamente, las consecuencias.
Recordemos que existe una cuota de sentido común, que en estas circunstancias siempre deben prevalecer en el análisis de aquello que nos proponen.
Un extraordinario educador alemán expresó que: “... El sentido común, el menos común de los sentidos ...” debe regir nuestras vidas para evaluar con equidad y justeza la totalidad de nuestros actos.
Escuchar, evaluar y actuar en consecuencia, sin otorgar a ninguna persona un cheque en blanco sobre nuestras vidas, es la base fundamental en una coexistencia armónica.

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