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sábado, 20 de agosto de 2011

La contundencia de las urnas

Reconocimiento al país que queremos



Siempre sentimos que el país que soñamos, aquel de los grandes hombres, los verdaderos de nuestra historia, Castelli, Moreno, Belgrano, San Martín, entre otros, se hallaba muy lejos del ideario colectivo de los argentinos.
Nos costaba aceptar que nuestra generación, poco o nada había aportado para lograrlo, hoy no podíamos entender este País que le dejábamos a nuestros hijos y nietos.





Desde el advenimiento de la administración Kirchner un atisbo de aire fresco comenzó a circular por el ambiente político y la administración estatal, aún cuando quién esto escribe se sabe poco afecto a los partidismos y menos a los oficialistas.
Ya por aquel entonces escribí ¿Qué nos pasa a los Argentinos? Donde si bien criticaba ciertos desatinos de la entonces administración y política de Néstor Kirchner (+) llamaba a la reflexión a mis conciudadanos e instaba a otorgarle un voto de confianza y mantener una actitud alerta y critica, pero de ninguna manera negativizar todo lo actuado.
Es cierto que desde sus orígenes esta administración pareció hacer un uso excesivo o abuso del autoritarismo para consolidar y expandir su fuerza política.
Estar con “K” significaba aceptar las reglas de juego, de lo contrario en la vereda de enfrente se encolumnaban los abiertamente opositores y aquellos a quienes se les inculcaba o convencía que los Kirchner no representaban un verdadero sentimiento nacional.
Se decía que utilizaban los derechos humanos, tanto tiempo postergados en el reclamo social, demagógicamente para obtener una imagen de prestigio que no tenían.
Esta puja entre los grandes contendientes de la escena Nacional se hacía notar constantemente en los medios más poderosos, que abiertamente tomaron partido para defender sus propios intereses.
El tiempo y la acción hablaron por sí solos y, si bien podría decirse que se confirmaba un cierto y muy bien enmascarado autoritarismo que emanaba de los actos de gobierno de los primeros tiempos.
En particular con las actitudes y palabras de los Fernández y de Moreno, los primeros verborragicos y contundentes y el segundo, secretario de comercio, parco en las palabras pero elocuente a la hora de poner el cuerpo para imponer sus ideas, actitud muchas veces criticada.
Se los tildaba de no ser “Peronistas” y de usufructuar el ideario peronista para obtener el reconocimiento de las bases militantes.
Sin embargo pasó el tiempo y el kirchnerismo se fue consolidando muchos que estaban en la vereda de enfrente, en particular intendentes y gobernadores, se vieron necesitados de encolumnarse para negociar la supervivencia política y económica de sus estados comunales y provinciales.
Esto hacía que la oposición cargara contra la administración Kirchner a la que acusaban de obligar a los gobernadores políticamente para obtener la correcta distribución económica para sus estados y lo mismo ocurría con los intendentes.
A estas alturas yo me pregunto, y le pregunto a usted lector, ¿Cuándo este manejo de la política fue distinto? ¿Es esta forma de hacer política diferente a aquello que se venía haciendo?
Claro que no, quienes, como quién esto escribe, vivió la política Argentina desde los años cincuenta sabemos que siempre ha sido así.
Sin embargo existe una gran diferencia y esta no ha pasado desapercibida por la sociedad y en particular por la juventud.
La diferencia radica en hacia quienes se dirige ese supuesto autoritarismo, del que hablan los opositores y quienes se sienten en cierta medida beneficiado, o tenidos en cuenta, por las políticas de la administración Kirchner.
Recuerdo en mis años de militante social un viejo y querido dirigente democristiano me expresaba, palabras más, palabras menos: “Si querés saber si un gobierno esta haciendo las cosas bien, quién se beneficia o perjudica, observá y escucha a quienes se quejan.
Si las quejas las hace La Sociedad Rural o los sectores de poder económico, te diría sin temor a equivocarme que el gobierno esta haciendo bien las cosas en particular con políticas tendientes a llevar una cierta recomposición de los sectores más marginados.
Por el contrario si los que se quejan son estos sectores y la Rural, o aquellos grupos de poder callan, o respaldan al gobierno, es seguro que nada bueno se puede esperar que permita suponer una cierta equidad o redistribución de la riqueza, para lograr mejorar la situación de los que menos tienen.
Es justamente esta diferencia la que preparó a la sociedad para alertarse sobre el genuino accionar de los “K”.
No nos engañemos, hacer política en Argentina implica conocer y hacer uso de las reglas de juego, no se puede hacer política sin una cierta cuota de autoritarismo ya que los grupos de poder financiero hacen exactamente lo mismo, independientemente de quién gobierne, ya sea para consolidar su poder, ya sea para incrementar sus ganancias que rara vez redistribuyen.
La inocencia en política es nefasta, aún los mejores e intencionados políticos se vieron rebasados en su lucha en las cámaras alta o baja por carecer de la “picardía” necesaria para enfrentarse a sus pares, algunos han pagado hasta con su vida este error.
La sociedad Argentina tiene algunas manifestaciones de estas actitudes tomadas por el cine en “La Patagonia Rebelde”, “Asesinato en el Senado de la Nación” y para algunos no puede haber pasado por alto el triunfo de Augusto Comte en las elecciones de 1983 que lo llevó al congreso como Diputado de la Nación y a su prematura muerte, desahuciado por las acciones y política imperante.
Es por este motivo que debemos dejar de mirar con ojos inocentes una militancia política que no lo es y nunca lo será, es el arte de lo posible, sin hacer maquiavelismo se puede hacer política sana, sí.
Si se gobierna para todos, pero se mira y prioriza las necesidades de los que menos tienen, ya que estos dependen del Estado para recibir aquellos beneficios que la Constitución Nacional establece.
Todo esto que estoy describiendo fue visto por la sociedad global, por los marginados, aquellos que no tienen voz quienes se sintieron identificados con la política del kirchnerismo.
Argentina desde siempre, con casi todos los gobiernos, a debido soportar la imposición de conductas económicas que generalmente perjudicaban a los sectores más vulnerables de la sociedad, esto siempre obedecía a los prestamos que las distintas administraciones solicitaban al Fondo Monetario Internacional, FMI o al Banco Mundial, BM quienes, como es lógico, imponían conducta económicas internas que limitaban el “gasto publico”.
Esta demás decir, todos lo sabemos, cuales fueron los sectores donde siempre se recortaba o ajustaba el “gasto público” Educación, Vivienda, Salud, inexistencia de créditos blandos, imposibilidad de mejorar los salarios de los trabajadores o el ingreso de los jubilados.
En definitiva el recorte sé hacia sobre aquellos sectores que el Estado Nacional tenía el deber inalienable de velar, manteniendo el gasto en los sectores de privilegio.
Solo un gobierno escapó a esta nefasta “Deuda Interna” y contribuyó a no acrecentar la “Deuda Externa” flagelo que agobió a todos los argentinos hasta años recientes.
Ese gobierno fue el corto lapso del Dr. Arturo Illia, que fuera derrocado por el golpe militar protagonizado por el General Juan Carlos Onganía en 1966, que dio comienzo a la larga noche del oscurantismo en nuestro querido país.
En cambio la administración “K” en su autoritarismo arremetió contra los desmedidos poderes económicos, las grandes empresas y corporaciones, entabló un dialogo de cierto control con el FMI y los acreedores externos y comenzó una lenta pero reconfortante recomposición de la economía interna bregando por recomponer del salario de los trabajadores los jubilados, mejorar el manejo de la política, el trabajo, la vivienda y la salud, sectores en los que falta mucho por hacer, es cierto.
Una cuestión sintomática es que con el advenimiento de la administración Kirchner ya no gobernaba el país un “Ministro de Economía” es más, muchos de nosotros desconocemos el nombre de los ministros de economía de los primeros años de Kirchner hasta el presente.
En cambio quién no recuerda a Martínez de Hoz, Celestino Rodríguez, Domingo Caballo, Machinea etc.
La sociedad hace mucho que perdió la ingenuidad, se ha consolidado en la búsqueda de sus propios objetivos y aún cuando no todas son rosas en este jardín de sueños inconclusos de un sistema perverso reconoce que la voluntad política de cambiar está en marcha y quiere continuar intentándolo.
Este es el motivo que llevó a las urnas a enviar el mensaje del pueblo argentino.



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