¿Qué
paso con el A.R.A. San Juan?
Dudas razonables
Sabiendo lo sensible de la
cuestión Malvinas para nuestras sociedades, (Argentinae Inglesesa)
lo dificultoso de las relaciones bilaterales después del conflicto de Malvinas;
operaciones silenciosas, un submarino que violara la zona de exclusión,
establecida por Reino Unido, para las islas.
De esta duda, se desprende
que nuestra fuerza submarina estaba operando, en modo silencioso,(Sin información para nuestra
sociedad) en un operativo conjunto que involucraba a EEUU y por
añadidura a Inglaterra, por lo tanto la zona de exclusión habría sido levantada
y no se hubiera requerido “Silencio de Radio”.
El
callado y silenciado operativo conjunto “Cormorán”,
que nuestra armada realizaría con el país norte, es una de las tantas tareas
conjuntas que Norteamérica realiza todos los años, o cuando le interesa, con los
países sudamericanos.
Ejercicios
de los que se sirven, ambas partes, para monitorear sus fuerzas, en especial
Norteamérica, así espiarse mutuamente, sin que existan rispideces, desplegando,
según los resultados las estrategias para la región.
Esta
situación responde al interrogante por la presencia y “Desinteresada ayuda” que
en forma tan perentoria recibimos de Norteamérica con el mini submarino; existen
muchas cosas que explicar.
No
recuerdo si fue el San Juan o su gemelo el Santa Fe, al que fui destinado en la
dárcena de la Base Naval Puerto Belgrano al llegar de Alemania, (Por los primeros años de los sesenta, me retiré en el 65, ) del
apostadero naval, donde se hallaban radiado (Almacenado) al vacío, después de la IIª Guerra.
Apenas llegado me destinaron a él para quitarle la cobertura
protectora de plástico inyectable que lo cubría todo, para preservarlos de su
deterioro; de esta manera liberar los equipos e instrumentos para su puesta en
servicio.
No tuve
oportunidad de realizar ninguna inmersión pero si llegué a experimentar la
sensación claustrofóbica que producen sus exiguos espacios, pasajes, corredores
y compartimentos, a los que uno suele acostumbrarse al cabo de unos días.
Pasé
varios de ellos desde horas tempranas,
incluyendo dormí a bordo en un lugar acomodado próximo a la radio,
llegué a almorzar y cenar en la cocina-comedor ya que el lugar donde come, por
turnos, la tripulación y fuera de los horarios de almuerzo y cena, se destina a
salón de recreación social.
Lo mismo
que cuando uno debe viajar en avión, todo es cuestión de mentalidad, los
hombres que eligieron esta profesión difícil, no piensan en circunstancias adversas,
en esta profesión ellos intentan eliminar en lo posible las contingencias,
haciendo su trabajo, cuidándose unos a otros.
El grave
problema de experiencias al límite como la del submarinista es que uno, aún
haciendo bien aquello que es su obligación, jamás estará seguro sobre la
obligación de los otros, tanto de los embarcados, como aquellos que planifican
y desarrollan la logística de la nave; cumplir acabadamente esas obligaciones
hace que esa cuota de incertidumbre, esa espina molesta, de esta disciplina
extrema, se minimice hasta desaparecer..
Esta es
la razón que hace de ésta experiencia colectiva, una hermandad monolítica; esa confianza,
esa característica fue violada por uno de los eslabones de esa cadena; la
Armada deberá dar las explicaciones del caso a los familiares a la sociedad de
lo ocurrido.
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