No confundir
La violencia institucional que se manifiesta, en especial en una sociedad enferma, cuyas defensas inmunológicas se hallan debilitadas por años de despotismo, totalitarismo, liberalismo, neo-liberalismo o cuanta política nefasta se requiera implementar por testaferros corruptos que el poder absoluto envía contra nosotros.
No
importa cuando sucede, solo basta elevar la voz por sobre sus obnubilados
entendimientos, ser portadores de nuestra genuina imagen indoamericana, es
suficiente para que estos sátrapas, desarrapados te rotulen “Negrito” y cuando
no “Negrito de Mierda”; su cabeza no les permite entender la sutileza de la
identidad indoamericana de hoy, crisol de razas.
“Garganta
Poderosa” es un esfuerzo conjunto de los que supuestamente no “Deberían tener
voz” pero la lograron y la hicieron escuchar, desde el ámbito de sus intereses
hasta nosotros, los gentiles, que azorados nos desayunamos con frescas ideas y
pensamientos genuinos que algunos, a quienes esas ideas molestas, piensan que
deben ser silenciadas.
Siempre
la delincuencia, y en especial la juvenil, surgida de las capas más humilde y
desprotegida de la sociedad, es una respuesta al desajuste o desigualdad social,
mesurada según circunstancias que ya se conocen, en nuestro medio;
generalmente, se sabe es contraproducente utilizar violencia, ya que ésta sólo
fomenta respuestas violentas, y muchas veces, son la chispa que alimenta
protestas sociales extremas.
Hablar
en una sociedad enferma de “Violencia institucional” es una forma de diluir la
responsabilidad, disfrazar la culpa, “Patear la pelota al costado”, poner en
una entelequia, la responsabilidad de un sistema corrupto impuesto que alimenta
los odios personalistas, las “Luchas de Clases” que, muy a pesar de los que piensan lo contrario,
no se han terminado, está demasiada arraigada en nuestro inconsciente colectivo.
El
germen de la violencia no es colectivo, como así también lo es el amor; anida
en lo profundo del corazón humano, nuestra educación y formación extraerá, lo
brutal de nuestro más primitivo estadio, para aflorar en nuestras acciones.
Ninguna INSTITUCION nos ordena o inculca ser salvajes inhumanos
desprovistos de toda moral, “Somos lo que
queremos ser, … o no seremos nada”.
Cuando
fue aquel famoso juicio a las juntas militares se dilucido la famosa
“Obediencia debida” detrás de la cual algunos desubicados se protegían; no
existe obediencia a nadie, sólo a nuestra conciencia y razón, cuando esta por
medio la vida humana.
Está
claro, si continuamos adoptando posiciones aberrantes para con nuestros
semejantes, es claro, elocuente, no existe eufemismo alguno que disfrace la
inconducta social e individual de los hombres.
Conducta
que generalmente, obedece y sigue lineamientos, sutiles, a veces inconscientes,
de sus mandantes políticos de turno.
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