La reivindicación y
derechos sobre la tierra de los aborígenes, reclamada desde el proceso de sistemática
usurpación, a partir de 1492, no puede ser negada , como tampoco
justificada.
En el
siglo XX y en el transcurso del XXI los reclamos se sucedieron cada vez con
mayor contundencia pública, a partir del advenimiento democrático en 1983, una
mayor apertura hacia los derechos civiles y humanos y por lo tanto mayor
conciencia social sobre la temática.
Este
reclamo globalizado tipificado por la solución-acuerdo practicado y logrado por
los Estados Unidos de América para
con sus pueblos aborígenes: (http://crisolplural.com/2010/11/15/solucion-final-al-problema-de-los-indios-en-usa/) acicateó el interés por hallar una solución, o
por lo menos reclamarla, a los otros Estados Nación involucrados.
Este
genuino reclamo puso en marcha, o quizás podemos decir que: “Aportó”, sin
proponérselo, un nuevo ingrediente, que resultaría maleable para incorporarse a
los intereses,
políticos no indígenas, sobre la región del Cono Sur.
Hoy
cuando se trata de clarificar la problemática colocando a sus integrantes en su
justo lugar, aportar datos técnicos y científicos que respalden esos
propuestas; esos mismos intereses, que ven peligrar los suyos, manejan los
medios de información para hacer creer a la sociedad desprevenida, que sólo se
trata de “Minimizar los justos derechos indígenas” motivo por el cual la
sociedad en su conjunto reacciona y rechaza la propuesta o victimiza al
portavoz de la misma.
En
particular esto ocurre en un viejo conflicto geográfico entre dos países de
dicha región Argentina y Chile, de larga trayectoria en litigios limítrofes.
El tema
de los aborígenes Mapuche, focalizado en su país de origen, Chile; se proyectó,
con esto se lograron los objetivos que llevaron a los Lonko, en 1860 a ceder,
por conveniencia estratégica, ante la propuesta del aventurero Francés Antoine
de Tounens de crear un Reino de Araucanía y Patagonia con sede en Francia, esto
proyectaría internacionalmente sus reclamos.
El tema
quedó en lo anecdótico, curioso y en la memoria colectiva, hasta 1978 que se
crea en la ciudad portaría de Bristol, Inglaterra, la MIL una comisión de lucha
internacional por el pueblo Mapuche.
A las
puertas de un enfrentamiento bélico por el territorio usurpado de las Islas
Malvinas la creación de una comisión que defendiera los derechos genuinos de
los aborígenes, en este caso Mapuche de indiscutida nacionalidad trasandina;
pero que podía discutirse y utilizar esto como: “Duda Razonable” en un posible
litigio.
Utilizar
esas “Banderas” fue afín a intereses de la corona inglesa en la región; se
había cumplido el motivo por el cual, los lonkos, en 1860 dieran vía libre al
aventurero francés para crear esta charada.
A los fines de la década de los ochenta el Príncipe
heredero de la corona de Araucanía y Patagonia, también denominada “Nueva
Francia”, el Príncipe Felipe, (Fallecido en 2010), se llegó a reconocer sus dominios y a
confraternizar con sus Súbitos; se vivió por entonces un contraste,
como sucede siempre cuando se mezclan intereses espurios, entre la aceptación genuflexa, de algunos, y
el repudio de otros.
Hoy lo
que ningún antropólogo, historiador o genetista discute es que los Mapuche son
de origen territorial Chileno; hasta donde se nos está permitido históricamente
retrotraernos en la aplicación y los estudios del derecho internacional.
En la
causa del Cono Sur debemos, como está establecido por nuestra constitución,
acción a la que contribuí junto a Rogelio Guanuco, Eulogio Frites y otros
luchadores de entonces, 1994 a modificar el Art.15 de la constitución presionando,
asesorando a los Sres. Constituyentes en la ciudad de Paraná para lograr que se
incorporara en el texto actualizado la Preexistencia de los pueblos indígenas.
Esto significa que el estado reconoce que al
momento de la creación de nación Independiente, Argentina reconoce que en el
territorio que sus fronteras políticas hacen propio, al momento de conformada
dicha independencia, había en ella aborígenes.
Esto no
significa, reconocer a todos los aborígenes del área o la región, solamente los
asentados, a ese momento, (9 de julio de 1816) definitivamente en su suelo.
Y no
basta, hoy con declamarlo, también debemos certificarlo, adquiriendo nuestra
ciudadanía.
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