Esa es la cuestión
Presuponemos que toda forma de armamentismo es una forma perniciosa de construir un país.
Si miramos en el espejo de
la historia reciente (1965/1080) de nuestros pueblos, del nefasto
comportamiento de esos militares, quizás abonemos estos pensamientos pero es
justamente ese comportamiento del ser humano
lo que debe hacernos precavidos.
Debemos
ser justos ver nuestra historia en su totalidad, no sesgada por los grandes
contrasentidos del comportamiento humano.
El
mismo contrasentido que nos debe hacer recapacitar al juzgar, correcta o
incorrecta, nuestra visión sobre el tema.
Es
la fragilidad de la condición humana la que debe llamarnos a la reflexión de
las razones por no descuidar la Fuerzas Armadas.
Un
país no tiene fuerzas militares por la razón de agradarle la violencia, las
tiene, listas y dispuestas para demostrarle a los violentos y ambiciosos de
siempre, que sabrá defenderse de posibles agresiones contra ellos, defender a
su pueblo, su soberanía y patrimonio.
La
historia de la humanidad, sobre las relaciones en este frágil mundo en el que
viajamos, es más que elocuente, nos ha demostrado, lamentablemente demasiadas
veces, que el hombre es violento, ambiciona lo que el otro tiene, máxime, si él
carece de ello y suele arrebatarlo por la fuerza.
Es
ese frágil equilibrio de la paz el que se debe preservar, para ello se hace
necesario tener fuerzas armada modernas y sumamente actualizadas y dispuestas; la
disuasión es una parte sumamente importante del ejercicio de la paz.
Debemos saber que es muy peligroso NO
hacer lo correcto..
Si
esta imagen hipotética se llega a concretar, solo la capacidad de protegerse,
demostrar fuerza y firmeza en su posición inclinara la balanza; la situación
vivida en los años de la “Guerra Fría” fue demostrativa de esta pugna de
poderes.
Argentina
es un país pacífico con una profunda convicción por los derechos humanos y la
plena libertad de los hombres; desde los comienzos de su vida política, sus
hombres llevaron este pensamiento y acción allí donde fuera necesario.
Las
armas, de la que sería la República
Argentina y las de sus hombres estuvieron al servicio de la libertad y la soberanía de los pueblos de América.
Unos
pocos y malos hombres de armas de hoy, vistiendo uniforme militar, que sólo se
dedicaron a conspirar contra sus propios pueblos, como pasó en décadas
recientes, no pueden obnubilar nuestro entendimiento.
Nuestras
Fuerzas Armadas y las armas dependientes o derivadas de ellas, deben ser
controladas, educadas y adiestradas por el Ejecutivo Nacional bajo el estricto control del Congreso de la
Nación. Debiendo ajustar su desempeño a la funciones para la cual hayan sido
pensadas y creadas por sus fundadores.
Jamás deberán utilizarse
para cumplir otros roles que no sean aquellos específicos a su arma; nunca
deberán ser utilizadas en actividades internas como “fuerzas de seguridad
interior” o supletorias de las funciones de policía, que dependen del
Ministerio del Interior, del Ejecutivo Nacional y de la Secretaría
correspondiente; salvo como consecuencia de una agresión externa, sólo mientras
dure este suceso, las Fuerzas Armadas conjuntas podrán crear el cuerpo de la P.M. para ampliar el alcance de sus
actos a la seguridad interior.
El
manejo fluctuante que hace cada administración política del poder que el
Ejecutivo tiene para comandar las Fuerzas Armadas, armarlas, desarmarlas,
embarcarlas en roles para lo cual no han sido creadas, creando en desmedro de
ellas, falsos paliativos para la seguridad interior.
Este
mal manejo político de las Fuerzas de Seguridad, el combate contra el delito
que se acrecienta progresivamente, es un grave problema que tiene múltiples
facetas, que deben ser abordadas simultáneamente con las Fuerzas de Seguridad,
tanto Federales como Provinciales.
La
hipocresía del mundo sentada en las negociaciones de la ONU hace que ese
diálogo unilateral de Argentina con Inglaterra se prolongue, sin resultados a
corto plazo.
Argentina
tiene una profunda vocación de diálogo, vocación que no debe confundirse con
mansedumbre; podemos no tener todo el armamento que debiéramos o el equipamiento
adecuado, pero si así nos enfrentamos, engañados por nuestros militares, a la
fuerza mejor militarizada del mundo moderno con sus aliados de turno, y mal que
les pese, aún seguimos dialogando.
Se
aproximan arduas negociaciones que deberemos afrontar en distintos frentes y
todos afectan nuestros recursos e intereses territoriales.
América
del sur se encuentra a un paso de consolidar una unión duradera con los países
de la Región, situación que no es bien vista por otras potencias que ven debilitado
su poder sobre la zona.
Brasil
la mayor economía regional y el país Sudamericano de mayor potencial hacia el
futuro incrementó su poder militar y modernizó sus Fuerzas Armadas en los
últimos años, tanto Lula
Da Silva y su sucesora Dilma Rousseff comprendieron el rol
de Brasil en el futuro del hemisferio y actuaron en consecuencia.
Sólo
espero que el futuro no nos tome de sorpresa.
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