¿Ahora se dan cuenta?
La reciente publicación de un
informe sobre el poblamiento de América que contradice la teoría aceptada de
Beringia, tira por tierra toneladas de papel, tinta y esfuerzo humano; esa
publicación: http://geneasud.blogspot.com.ar/2016/08/un-hallazgo-refuta-la-principal-teoria.html motivó esta nota.
Hace más de
cincuenta años me deslumbraban las propuestas de quienes aseguraban que el
poblamiento de América no podría solamente hecho por el puente de Bering ya que
estaba cubierto de hielo y las condiciones hubieran sido, para cualquier grupo
humano que lo intentara, poco menos que imposible.
En la América moderna los
descubrimientos de todo tipo certificaban, cada vez más, la antigüedad de ese
poblamiento; entonces ¿Cómo se habría producido?
Comenzaron
a surgir propuestas alternativas marítimas de ese poblamiento, tanto Pacíficas
como Atlánticas, (Kon-Tiki - Ra - Atlantis) muy interesantes, tanto como para
hacerte entender que habría que repensar nuestro pasado.
Solía
molestarme el estatismo oscurantista expresado por Alex Hrdlička o Paul Rivet, antropólogos Americanistas,
defensores de la propuesta de Beringia; llegué a creer que lo de Hrdlička
obedecía a la admiración que siempre profesé por la persona de Florentino
Ameghino a quien el entonces exponente del Smithsonian desacreditó ante la
comunidad vernácula y desvirtuó sus propuesta.
Debo reconocer que ese gran hombre y paleontólogo que fue
Ameghino se había apresurado en sus conclusiones sobre el hombre de las pampas,
no pudo mantener su propuesta.
Es
cierto, la ciencia, la investigación requiere tiempo, pero ese tiempo en
ciencias sociales no está dado por la necesidad de la repetición y
experimentación; en ciencias sociales ese tiempo corresponde al necesario para
vencer el obstinado “Consenso” para que esa propuesta pueda permitirte ingresar
a la ciencia por la puerta grande.
Vencer
el estatismo es lento, doloroso y costoso en principios y valores que suelen
quedarse en el camino; el tiempo, concepto tan controvertido, pero que todo lo
puede, permitirá que la verdad surja.
Una
noche mientras cenábamos y charlábamos con el equipo de amigos, ese año se
incorporó a esa escapada mi hijo mayor, el hoy tanguero Esteban Moreno
Spaggiari; esa noche repito se acercaron a nosotros varias personas interesadas
en nuestro trabajo nos solicitaban intercambiar algunas palabras.
Así conocí, tuve el enorme placer
de intercambiar inquietudes, ideas y trabajos, que nos remitimos
posteriormente, con uno de los profesores de la Universidad de Estokolmo,
Suecia : Nils-Axel Mörner un gran especialista en Glaciaciones y el mayor experto en
“Paleomagnetismo” y sus alumnos, algunos argentinos, de la carrera de Antropología
de dicha universidad; me enteré después que se encontraba en pleno curso de
campo con sus alumnos.
Esa disciplina encuadrada dentro
de “Geomagnetismo”, aplicada a la arqueología, al estudio las glaciaciones, por
medio del posicionamiento de las partículas magnéticas del manto terrestre; su
orientación y disposición, permite ampliar el marco de comprensión de los
sitios o piezas asociadas un estrato geológico.
El Paleomagnetismo, trataba de
imponerse, por aquellos años como herramienta auxiliar de las ciencias
sociales, este profesional se había convertido en su principal exponente, para
convertirla en la poderosa herramienta de la antropología, como lo es hoy.
Estuvimos
toda la noche intercambiando opiniones e información, sobre las su coterráneo: Carl
Caldenius (1887-1961) el ingeniero-geólogo, cuyas tablas geo-cronológicas del
cuaternario para la Patagonia; conocidas como: Tablas de Caldenius marcaron el
hacer de todos aquellos que quisieran ubicar, temporalmente sus hallazgos.
Por
entonces era muy común escuchar decir que alguien se había equivocado; nosotros
esa noche, no fuimos la excepción; claro que lo hablamos y Mörner se inclinaba
por creer que quienes interpretaron sus
cartas, cometieron errores.
En
particular, su interés por el lugar donde
estábamos, y obtener algunas muestras de sondeos realizados en el Cañadón
propiamente dicho.